domingo, 23 de febrero de 2014

Afirman que sectores internos de las FFAA y políticos boicotean las negociaciones de paz con las FARC

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, está “atado” al diálogo de paz, el eje de su campaña para ser reelecto, pero hay sectores internos de las fuerzas armadas y políticos que boicotean este proceso, el primero apoyado por una corriente social en ascenso, según un dirigente del movimiento Marcha Patriótica.


“El proceso de paz no solamente es frágil, sino que está asediado por múltiples factores de desestabilización”, sostuvo Javier Calderón, miembro de la comisión internacional de Marcha Patriótica, en diálogo con Télam.


colombia


Para el dirigente, hay varios factores que atentan contra las negociaciones de paz entre el gobierno y las FARC.


Por un lado, existe un sector dentro del Ejército que, según Calderón, viene cometiendo acciones que interfieren en el diálogo, como fueron las escuchas ilegales a los delegados del gobierno y políticos que apoyan la paz.


Esa revelación, que despertó un escándalo en el propio gobierno, evidencia “una situación de disputa dentro de las Fuerzas Militares”, en las que “hay sectores que quieren avanzar en la paz y hay sectores que no”, sostuvo.


Un punto de desestabilización es la dualidad de discurso de la clase dominante colombiana, que quiere el acuerdo de paz pero con todas las condiciones a su favor


A esas denuncias de espionaje presentadas por la revista Semana se sumaron otras que destaparon una red de corrupción dentro de ese sector, lo que obligó a Santos a retirar al comandante de las Fuerzas Militares y a otros altos oficiales.


“El presidente pudo remover a algunos pero quedó explícita esa lucha interna que es muy peligrosa”, agregó Calderón, y sugirió que el propio Santos dio información a la revista sobre los negociados para debilitar a un sector contrario a los diálogos.


Para Calderón, ese sector de las fuerzas armadas quiere boicotear el proceso de paz y “de paso llevarse a Santos, que está atado al proceso”, porque en Colombia “hay un gran sentimiento por la paz y el presidente se conectó con la realidad” por motivos que, según el dirigente, son electorales.


El otro punto de desestabilización que señaló es la dualidad de discurso de la clase dominante colombiana. Para Calderón, esa clase quiere el acuerdo de paz pero con todas las condiciones a su favor, y la guerrilla “no va a llegar a un acuerdo sin que se cierren algunos puntos claves como lo agrario, la participación política, el cambio de la política antidrogas y el de las víctimas”.


En ese último tema, Calderón sostuvo que el punto de vista del gobierno colombiano coincide con el de Estados Unidos: “Quiere diálogo de paz, pero exige que no haya impunidad con la guerrilla. No habla de las dos partes, sino de que la insurgencia se desarme”.


El tercer asunto que señaló el dirigente como desafío para la estabilidad de las negociaciones es la relación con Venezuela. “Es un país que jugó un papel determinante para que se inicie el proceso de paz”, opinó.


“Venezuela lideró en la Celac y la Unasur la presión para que el gobierno colombiano se sentara a negociar con la insurgencia; lo que está pasando en Venezuela pone en juego el diálogo de paz”, agregó al referirse a las últimas marchas en ese país, que dejaron más de una decena de muertos.


“Hay que tener en cuenta que las fuerzas armadas de Colombia son fuerzas de ocupación y pronorteamericanas, y desde Colombia no cabe duda que se está apoyando el golpe de estado en Venezuela”, sostuvo Calderón.


Pese a los obstáculos, el dirigente de Marcha Patriótica subrayó que el proceso de paz sigue vigente también por los grandes intereses geopolíticos que hay en Colombia y el auge de los movimientos sociales que hacen que este proceso sea diferente a los anteriores que fracasaron.


“Por fortuna este momento político coincidió con un avance de la lucha social que no es gratuito”, dijo al respecto. “El proceso de paz tiene que ver con el avance de las luchas sociales; tenemos un gran movimiento popular que es la garantía de este proceso”, añadió.


Según Calderón, en las negociaciones anteriores en El Caguán, hace 10 años y bajo la presidencia de Andrés Pastrana, existía un movimiento popular golpeado por las masacres paramilitares y un sindicalismo sacudido por el neoliberalismo. “No había movimientos suficientes para acompañar ese proceso de paz y por eso se rompió”, reflexionó.


En cuanto a los intereses económicos para que no se rompa el actual proceso, indicó que “las transnacionales están urgiendo por los recursos y por el agua que está en territorio de conflicto, donde no pueden ingresar”.


Alertó que “lo que está ocurriendo en los últimos 10 años en Colombia se asemeja a Vietnam en cuanto a combates, a muertes y a desaparecidos”, unos 60.000, según datos del gobierno.


El panorama que acompaña a las negociaciones, en pleno año electoral, arroja una “realidad bastante movida” que necesita “el acompañamiento de la sociedad latinoamericana y colombiana”.


En esa línea, Calderón remarcó que sólo “con la presión social” se mantendrá la exigencia para que se logren acuerdos en La Habana y que se abra otro proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda organización guerrillera más importante de Colombia.


“Es un momento especial y yo creo que América latina tiene que solidarizarse con el movimiento por la paz porque es la única forma de avanzar en ese proceso”, remarcó.



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