jueves, 3 de julio de 2014

“La filosofía no es una disciplina, es una intensidad” Giorgio Agamben

El filósofo italiano Giorgio Agamben provoca con cada nuevo ensayo que publica: acaba de pasar con Pilato y Jesús y con El misterio del mal, sobre el acto de renuncia de Benedicto XVI al papado, donde pone en juego sus intereses estéticos y su interpretación de la biopolítica anudada a la secularización de conceptos propios de la teología, como queda claro en este reportaje del español Alvaro Cortina cedido gentilmente a esta agencia por el sitio Lobo Suelto.


Por Pablo Chacón


Pilato y Jesús y El misterio del mal han sido publicados -como muchos de sus libros anteriores- por la editorial Adriana Hidalgo, muy problemente encargada también de lanzar en los próximos meses La muchacha indecible. Mito y misterio de Kore.


Agamben estuvo hace unos días en Madrid, invitado por el departamento de Filología Italiana de la Universidad Complutense y el Instituto de Cultura Italiano. En esa oportunidad dio esta entrevista.


P : La infancia, presente en su texto La muchacha indecible, es un tema de gran importancia en su obra.


A : La infancia aparece como tema ya en mi libro de 1979,  Infancia e historia. La infancia es la verdadera imagen de la potencialidad. El hombre se vuelve humano quedándose en la potencialidad. Se puede decir que el hombre nace inmaduro, no apto para vivir, pero por eso capaz de todo, es omnipotente, sin ningún destino biológico determinado. Como ha mostrado el gran anatomista holandés Ludwig Bolk, el hombre es un animal que se queda en una condición fetal y esta condición de permanente infantilidad es el fundamento de la cultura humana, y de su increíble desarrollo tecnológico.


P : Hasta Homo sacer, de 1995, no se aprecia en su obra un intento de sistema filosófico. ¿Era algo que estaba gestando?


A : Cuando escribí Homo sacer no imaginaba que sería necesario escribir otros ocho libros para completar la empresa que había iniciado incautamente. Sabía, es cierto, que se trataba no sólo de criticar y corregir los conceptos tradicionales de la política occidental, sino de poner en cuestión y repensar el lugar mismo del objeto de la política. Le daré una noticia que podrá interesar a algunos de sus lectores: acabo de terminar El uso de los cuerpos, último volumen de la serie Homo sacer.


P : ¿Cuál es el motivo principal a partir del cual se despliega esta serie de ensayos?


A : Estoy convencido de que la única vía de acceso al presente es la arqueología. Podría decir, como Michel Foucault, que mis investigaciones históricas son la sombra que la interrogación teórica del presente proyecta en el pasado. Si la palabra Europa tiene un sentido, no podrá ser sólo político, ni sólo religioso, y menos aún económico. Consiste quizá en esto: en que el hombre europeo (a diferencia de los asiáticos y americanos, para los cuales la Historia y el pasado tienen un significado muy diferente), puede acceder a su verdad sólo a través de una confrontación con el pasado. Sólo haciendo cuentas con su historia. Por eso, por ejemplo, estoy dedicado a investigaciones sobre la historia de la teología. Nuestra cultura está totalmente embebida de teología; y si no se comprende esto, se seguirán usando categorías teológicas sin advertirlo.


P : Quería referirme a su eclecticismo. En cierto sentido, usted, como señalado intelectual del inicio del siglo XXI, es representativo de un mundo filosófico donde la misma noción decorrientes filosóficas parece casi una ingenuidad. Un filósofo contemporáneo parece mucho más difícil de catalogar o adscribir a un movimiento que el de cualquier época previa de la historia del pensamiento. ¿Dónde sitúa usted su labor?


A : Sí, he tenido relación con algunos maestros. He tenido el privilegio de asistir en 1966 y en 1968 a los seminarios de Martin Heidegger en Le Thor. Y ha sido particularmente viva e importante mi relación con el pensamiento de (Walter) Benjamin. Pero para mí la verdadera respuesta a su pregunta es que la filosofía no es una disciplina, la filosofía es una intensidad que, como sucede en un campo magnético o en un campo eléctrico, puede atravesar cualquier ámbito y cualquier disciplina. Algo estético, algo religioso o económico puede resultar filosófico en la medida en que se aborda y se carga con una intensidad más fuerte.


P : Por último, habiendo hablado de su posición filosófica dentro del todo, del panorama, hablemos de ese todo. ¿Cuál es la situación general del pensamiento occidental hoy?


A : Hoy se habla de crisis, tanto en la economía como en la cultura. Pero la palabra crisis tal y como es utilizada hoy es un concepto, una palabra cotidiana, un password que sirve para hacer aceptar medidas que no hay por qué aceptar. Crisis significa, etimológicamente, juicio. En la medicina antigua designaba el momento en el cual el médico debía decidir si el enfermo iba a sobrevivir o a morir. En teología, crisisera el Juicio Final, llegaba el fin de los tiempos. Ahora, en cambio, el término se ha escindido de su origen para pasar a designar un momento temporal determinado, y ha devenido una condición normal, un instrumento normal de gobierno. Creo que es necesario devolver su significado original de juicio decisivo, del cual los ciudadanos deben reapropiarse.


Portada Giorgio Agamben "Pilato y Jesús" Portada Giorgio Agamben “Pilato y Jesús”



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