lunes, 14 de julio de 2014

Mariano Quirós, premiado en Gijón por un "policial desprejuiciado"

“No llores, hombre duro”, el policial del chaqueño Mariano Quirós, que acaba de ganar el premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de género negro en la XXVII Semana Negra de Gijón, es “el lado B, un homenaje involuntario a Emilio Renzi de Ricardo Piglia”, definió su autor, que ya se perfila como una de las voces más interesantes de la escena literaria actual.


Por unanimidad el jurado integrado por los escritores Juan Bolea, Pablo Batalla y Carlos Salem decidió que este trabajo, “una novelita, por lo menos, desprejuiciada dentro de lo que se supone que es el policial”, como dijo su propio autor en una entrevista con Télam, fuese considerada la mejor ópera prima literaria en la tradicional cita europea.

Publicada por Eduvim, “No llores, hombre duro” narra la historia de Emilio Reyna, un periodista de Resistencia con í­nfulas de poeta, abandonado por su mujer y que hace tres meses sigue el rastro de dos miembros de una fundación ambientalista desaparecidos en Laguna Frí­a, un pueblo del interior del Chaco.

“Allí­ no hay agua, ni un clima amable. Y la gente es bastante particular: el intendente; Bebo, su hijo; los policí­as que son tres tipos enamorados entre sí­, que se celan todo el tiempo y Sara, la trágica prostituta de quien Reyna se enamora”, delinea Quirós (Resistencia, 1979) quien enmarca su novela en “un pueblo sobre todo, feo, quieto y raramente violento”.

¿Cuáles fueron las primeras sensaciones que tuvo con este reconocimiento internacional?
Soy un tipo afortunado con los premios. Cada libro que publiqué fue gracias a un premio como “Robles” en 2008 y “No llores”¦”, que en 2013 ganó el premio del Festival Azabache y “Tanto correr” que obtuvo el Francisco Casavella en España.
Los concursos, creo, no dicen nada -o dicen poco- del valor de una obra, pero son una buena y noble manera de publicar. Además para mí­, que vivo en el Chaco, medio perdido de todo, los concursos y los premios han resultado un prodigio. Aunque a veces, también, más que escritor, uno se siente un quinielero.

¿Cómo surge escribir “No llores, hombre duro”?
Mi amigo, el escritor Miguel Angel Molfino, me insistí­a con que escribiera un policial. Según él, escribir policiales divierte, alegra, te depara lindos momentos de escritura. No fue mi caso. Por seguirle la corriente, acabé sufriendo como un marrano: me costó lo que ninguna otra novela.
Me salvó que mientras escribí­a “No llores” también escribí­a “Tanto correr”, una novela bien diferente, en algún punto autobiográfica, con la que me sentí­a más cómodo. Igualmente, estoy muy contento con “No llores”, es una novelita, por lo menos, desprejuiciada dentro de lo que se supone que es el policial.

¿Cómo se entronca con tu producción anterior?
Si algo tiene en común con mis otras novelas o cuentos, es el humor, o por lo menos la inclinación hacia cierto absurdo. Son los personajes lo que más me gusta de la novela: desde Reyna, hasta Bebo, el hijo del intendente, que tiene alma de poeta y, aunque a Reyna le disguste, escribe unas hermosas chacareras.  

¿Cómo definirí­as a Emilio Reyna, el protagonista?
Reyna es un inútil, incapaz de llevar algo adelante. El año pasado leí­ “El camino de Ida”, la hermosa novela de Piglia, y quise un poco más a Emilio Reyna. Lo sentí­ como el hermano menor y estúpido de Renzi. Mientras Renzi dicta un seminario de alta literatura en Nueva Jersey, Reyna le da un taller literario al hijo del intendente de Laguna Frí­a.
Renzi carga sobre sí­ una épica generacional súper compleja, Reyna es impotente y desconoce el significado de la palabra épica. Reyna es bizarro, aquel falso y maltrecho Superman de los Súper Amigos.

¿Cree que en la Semana Negra ha abierto más a las fronteras del policial?
Creo que lo ha hecho desde hace mucho. Desde el momento en que premian a escritores como Guillermo Saccomanno, Leo Oyola, o al mismo Piglia, dan cuenta de su irreverencia dentro del género. Si uno sigue la trayectoria de la Semana Negra comprueba que el evento tiene esa vocación, la de revitalizar permanentemente el policial. De ahí­ la vigencia y el encanto de la Semana Negra.

¿Qué es lo que le atrae a la hora de escribir policiales?
No es que me atraiga la idea de escribir policiales. Me gusta escribir, me gusta ser escritor, con las frustraciones, miserias y peripecias que eso supone. Hasta eso me gusta y me divierte de ser escritor. Del policial me gusta que uno, escriba lo que escriba, siempre podrá decir que escribe policiales. Es que en definitiva, y aunque no queramos, siempre escribimos novelas policiales.

¿Qué lugar ocupa para usted la literatura policial por estos dí­as?
Hay como una explosión del género, hay festivales y hay colecciones dedicadas especí­ficamente a lo policial, con todo lo bueno y todo lo tedioso y repetitivo que puede ser. El riesgo que corre el género es el de institucionalizarse.
A la literatura, y sobre todo a la que se denomina policial, y que se asume así­, le vienen mejor los márgenes. Pero eso implicarí­a que los escritores se mueran “un poco más” de hambre, lo que no es justo. Así­ que bienvenidos sean los festivales, las colecciones y, sobre todo, los lectores.

Con tus novelas ubicas con más fuerza al Chaco y sus paisajes en el mapa literario actual, ¿hay una intencionalidad?
Me encanta. Mi amigo y escritor Pablo Black se disfraza de Cormac McCarthy, mira el paisaje de Resistencia y dice: `No es ciudad para turistas`. Mempo Giardinelli, Molfino, el gran Orlando Van Bredam “triple nacionalidad: entrerriano, formoseño y chaqueño” y otros tantos ya se han ocupado bellamente de nuestro horrible paisaje.
El clima, la fealdad, la pobreza, la violencia a veces contenida y casi siempre no, la multiplicación desenfrenada de motocicletas, hasta los accidentes de tránsito, qué más quiere un escritor, qué más necesita para sentarse a escribir. O mejor, para escribir de pie, que es como escribí­a Hemingway. 


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