Las protestas en todo el país, el espionaje cibernético y la histórica prisión para miembros del PT por el escándalo de corrupción del Mensalao marcaron el 2013, que maniobró un año de demandas y que recibe al 2014 con desafíos en seguridad frente al mundial de fútbol y de cara al próximo año electoral.
La presidenta Dilma Rousseff atravesó durante 2013 multitudinarias movilizaciones que se dieron en más de 80 ciudades, inicialmente organizadas en San Pablo por el Movimiento Pase Libre contra del aumento del transporte, pero que rápidamente se extendieron a todo el país y ampliaron sus reclamos contra la corrupción, gastos por la Copa del Mundo y los deficientes servicios de salud y educación.
Durante la compleja ola de protestas cobró protagonismo también el grupo anarquista Black Block -con vandalismo y represión incluidos- atrayendo la mirada de todo el mundo.
Rousseff dio marcha atrás con el aumento del boleto, anunció un plan por 5.400 millones de reales (unos 2.454 millones de dólares) para expandir redes del subte y el tren, y tanto ella como su antecesor, Lula da Silva, adjudicaron las protestas a las “mejoras sociales” que volvieron exigente a la población, por lo que dijo estar dispuesta a escuchar “la voz de la calle”.
En ese sentido, a mediados de año llamó a un plebiscito para que el pueblo decida sobre una reforma política que diera respuesta a los reclamos masivos, pero el Congreso rechazó el proyecto de plebiscito, que aún espera ser tratado.
Otro hecho que marcó a 2013 fue la denuncia de espionaje realizada por un ex integrante de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), quien despertó un escándalo global al confesar que ese país espiaba a otras naciones, y que en
Brasil las prácticas incluían a la presidenta y a la estatal Petrobras.
La denuncia generó tal malestar en el gobierno brasileño que Rousseff canceló la visita oficial a Whashington, programada para octubre, y le reclamó disculpas a su par, Barack Obama, pero éste nunca se disculpó. Sí, en cambio, el mandatario estadounidense reiteró que la visita de Estado sigue pendiente.
Además, la presidenta denunció el espionaje en la Asamblea de la ONU y presentó, junto a otros países como Alemania, un proyecto de resolución que pide protección internacional contra esa práctica.
En cuanto al terreno político, el PT se enfrentó a uno de los momentos más duros de su historia, cuando el Supremo Tribunal Federal (STF) condenó por corrupción y ordenó el arresto de José Dirceu, ex jefe de Gabinte de Lula; José Genoíno, ex presidente del PT, y Delúbio Soares, ex tesorero y uno de los fundadores del partido, conmocionando dentro y fuera de ese espacio.
En el ámbito de derechos humanos, durante este año comenzaron las investigaciones de la Comisión de la Verdad con el objeto de esclarecer los casos de violación de derechos humanos y en esa línea, se produjo la exhumación de los restos del ex presidente Joao Goulart para determinar si murió de un ataque cardíaco o si fue envenenado como parte de la Operación Cóndor.
Otro desafío que mantiene desvelado al gobierno es la seguridad con vistas al Mundial y a los Juegos Olímpicos de 2016, y la realización de la Copa de las Confederaciones y la visita del Papa Francisco a fines de julio fueron el ensayo necesario para ver aciertos y fallas en ese ámbito.
El gobierno desplegó centros de seguridad en todo Brasil para trabajar en forma integrada con organismos policiales y militares, que se sumaron a la “política de pacificación” iniciada en 2008 mediante las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en las favelas (villas miseria) que eran dominadas por narcotraficantes.
Así, se instaló un camión con cámaras para vigilar las playas de Río de Janeiro luego de una ola de robos denominados “arrastrones” que llevó al gobierno de Estados Unidos a advertir sobre el “riesgo” que ello representa para todos los turistas.
En cuanto a la economía, el año termina con una baja en los números ya que el PBI sufrió la mayor caída en los últimos años.
Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), el PIB retrocedió el 0,5 por ciento en el tercer trimestre ante el segundo, pero la buena noticia fue el mercado laboral, ostentando un desempleo estable cerca de mínimos históricos.
Quizás el hecho que más preocupa al gobierno es mantener alta la popularidad de Rousseff hasta octubre de 2014 cuando se realicen los comicios presidenciales.
Pese que ningún político oficializó su candidatura y que a partir de la eclosión social de las protestas la derecha brasileña sueña con retornar al gobierno, Rousseff cosecha la mayoría de las adhesiones con una importante ventaja sobre sus eventuales competidores del Partido de la Social Democracia Brasileña (Psdb), y del Partido Socialista Brasileño (PSB).
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