lunes, 15 de septiembre de 2014

Estados Unidos, varios escalones arriba del baloncesto FIBA sin apelar a sus máximas estrellas

La posibilidad de que la ausencia de figuras de la talla de Paul George (Indiana Pacers), Kevin Durant (Oklahoma City Thunder) o Kevin Love (Minnesota Timberwolves) haría el campeonato más parejo o, mejor dicho, debilitaría el poderío del elenco estadounidense, quedó solamente en una presunción.


El técnico Mike Krzyzewski, verdadero estratega y formador de este conjunto que domina al planeta básquetbol desde hace seis temporadas (ganó dos Mundiales y obtuvo dos oros olímpicos), cumplió la premisa de diseñar un equipo con hambre, con una férrea mentalidad defensiva y con una contundencia que fue creciendo a medida que avanzaba el certamen.


Sin una figura descollante, el conjunto norteamericano lució compacto y muy firme, lo suficientemente contundente para superar con holgura a todos sus rivales (al que menos ventaja le sacó -21 puntos- fue a Turquía en la fase inicial en Bilbao, 98-77).


Tal vez, el único ‘defecto’ que se le puede achacar a este combinado que se asemeja al histórico ‘Dream Team’ campeón olímpico en Barcelona 1992, es la escasa circulación de balón y la casi dependencia exclusiva del tiro exterior para empezar a liquidar a sus adversarios.


El técnico Mike Krzyzewski, verdadero estratega y formador de este conjunto que domina al planeta básquetbol desde hace seis temporadas, cumplió la premisa de diseñar un equipo con hambre, con una férrea mentalidad defensiva y contundencia


En el encuentro final ante Serbia (129-92), el quinteto yanqui llevaba apenas cinco asistencias en 20 minutos, mientras que su rival, con mayor soltura y fluidez, sumaba nueve pases gol en el mismo período, pese a una desventaja de 26 tantos (41-67), al cabo de ese primer período.


Así y todo, el campeón que retuvo la corona alcanzada en Turquía 2010 no necesitó de todos sus jugadores en sintonía para ir sorteando obstáculos.


De hecho, en el encuentro decisivo, el sobresaliente resultó el base de Cleveland Cavaliers, Kyrie Irving, quien clavó seis de seis en triples y decoró su planilla con 26 puntos, suficientes para que la organización lo eligiese como el ‘Jugador más valioso’ (MVP) del Mundial.


Estados Unidos parece haber dejado atrás las decepciones de Indianápolis 2002 (Copa del Mundo) o Atenas 2004 (Juegos Olímpicos), donde en ambos certámenes fue superado por una Argentina que, en esos momentos, se paseaba por la cima de la disciplina.


De hecho, en 53 juegos oficiales desde que Krzyzewski es el DT, el elenco norteamericano perdió uno solo: frente a Grecia (95-101) en semifinales de la Copa del Mundo Japón 2006, en Saitama.


Buena parte del resto de equipos FIBA exhibió un nivel interesante. Serbia, justo subcampeón, es el conjunto que desplegó un funcionamiento más aceitado.


El base Milos Teodosic (CSKA Moscú, Rusia) se convirtió en el verdadero cerebro y arquitecto de un combinado que respondió con creces a la vieja escuela balcánica de básquetbol. Con paciencia y disciplina, el DT Sasha Djordjevic modeló un equipo que todavía no tiene techo.


Francia, después de una primera vuelta irregular, mejoró en la etapa de definiciones y se metió en el último escalón del podio, tras doblegar a Lituania (95-93), en el encuentro por la medalla de bronce.


El escolta Nicolas Batum (Portland Blazers) y el ala pivote Boris Diaw (San Antonio Spurs) fueron los abanderados de un conjunto que sobresalió aun con la inasistencia de Tony Parker.


España fue la máxima decepción y no sólo para el público local. La prensa especializada daba al quinteto español como el segundo favorito a jugar la final y el tropiezo ante Francia (52-65) en cuartos de final rompió ‘la caja de cristal’.


El interno Pau Gasol (Chicago Bulls) fue, pese a las molestias que lo aquejaron, el valor más determinante de un combinado conducido por Juan Orenga a quien el público halló como el verdadero responsable del fracaso, pidiendo su “dimisión” en las jornadas finales de juego en el Palacio de los Deportes de Madrid.


Brasil, a las órdenes del DT argentino Rubén Magnano, tuvo una Copa del Mundo por demás aceptable, más allá de haber defeccionado en el encuentro con Serbia (56-84), por cuartos de final. Con un saludable trío de internos (Nené-Anderson Varejao-Tiago Splitter), el quinteto ‘verdeamarelho’ está en condiciones de seguir creciendo en rendimiento.


Argentina, por su parte, en la lógica transición de despedir algunas figuras, exhibió el atrevimiento de algunos jóvenes como Facundo Campazzo, Nicolás Laprovíttola o Selem Safar y la determinación de un capitán como Luis Scola (que alternó partidos excelentes con otros no tanto) para ilusionarse con un recambio que vendrá a futuro. Por ahora, el equipo albiceleste deberá conformarse con permanecer en un segundo o tercer orden  dentro de la disciplina FIBA



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