Un atentado suicida en Túnez, el primero de este tipo en más de una década, y otro ataque frustrado enturbiaron el diálogo nacional iniciado días atrás por un amplio arco de fuerzas políticas que buscan superar la crisis económica y de inseguridad que atraviesa el país norafricano.
El primero de los ataques se produjo cuando un joven detonó el cinturón cargado de explosivos que llevaba adherido a su cuerpo junto a la entrada del hotel Riad Palm de Susa, 167 kilómetros al sureste de la capital, una de las zonas más turísticas del país, informaron fuentes de seguridad.
De acuerdo a las fuentes, citadas por la agencia de noticias EFE, después de que los militares que vigilaban la zona le impidieran ingresar en la instalación turística, el joven, que iba acompañado por otro individuo que abandonó el lugar antes del estallido, detonó los explosivos.
La explosión, confirmada por el Ministerio de Interior, causó la muerte del atacante y no provocó otras víctimas ni daños materiales.
Poco después, un segundo joven fue arrestado en la localidad de Monastir, 50 kilómetros al noreste de Susa, cuando se dirigía con una mochila repleta de explosivos al mausoleo del primer presidente tunecino, Habib Bourguiba.
Según medios tunecinos, tras este arresto las autoridades cerraron al público el aeropuerto internacional de la ciudad costera en busca de un segundo joven, supuestamente implicado en lo ocurrido.
“El gobierno esperaba que se produjeran este tipo de atentados terroristas y que las medidas preventivas que se adoptaron hace tiempo parece que han funcionado”, dijo el ministro tunecino de Turismo, Yamel Gamra, que condenó lo ocurrido.
Fue en Túnez donde se inició la resistencia popular a comienzos de 2011, conocida como Primavera Árabe, que luego se expandió a varias naciones de la región
El atentado suicida de Susa es el primero de este tipo ocurrido en el país desde 2002, cuando otro kamikaze con un camión cargado de bombonas de butano se inmoló en la sinagoga de la isla de Yerba y causó una veintena de muertos, en su mayoría europeos.
Túnez es el país en el que prendió la mecha de la insurrección popular de comienzos de 2011, conocida luego como Primavera Árabe y que se esparció como reguero de pólvora a varias naciones de la región.
El país norafricano atraviesa una creciente crisis económica y una ola de inseguridad y ataques de islamistas vinculados a Al Qaeda, que incluyó este año el asesinato de dos diputados de izquierda.
El viernes pasado, la dirigencia tunecina inició un diálogo que busca superar la parálisis política que sufre el país desde hace meses, en una primera sesión celebrada tras semanas de dilaciones y luego que el primer ministro, el islamista Ali Larayedh, reiteró su compromiso de disolver su gobierno en las próximas semanas.
El mismo viernes, ratificó por escrito este compromiso en una carta que dirigió al secretario general del sindicato Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT), Husein Abasi.
Tras conocerse el texto, la plataforma opositora Frente de Salvación Nacional (FSN) aceptó participar en el diálogo.
Con el comienzo del diálogo se reanudarán de nuevo las actividades parlamentarias, y los 50 diputados que en julio pasado suspendieron su participación para exigir la renuncia del gobierno volverán a sus escaños.
El inicio del diálogo tunecino, previsto en un principio para el miércoles 23, fue suspendido debido al asesinato ese día de ocho policías a manos de un grupo armado.
Este incidente no sólo trabó las negociaciones, sino que desató al día siguiente una oleada de protestas en todo el país norafricano en solidaridad con las fuerzas de seguridad y en contra del islamista partido gubernamental.
Según el partido gubernamental, el islamista Ennahda, nueve de sus sedes regionales fueron asaltadas, destruidas o incendiadas en distintas ciudades.
Túnez: un atentado suicida empaña los intentos de superar la crisis Anunciate GRATIS en nuestros clasificados
No hay comentarios:
Publicar un comentario