Si el Congreso estadounidense decide cerrar Guantánamo, Barack Obama habrá cumplido con su promesa electoral de 2008, aunque seguirá en deuda para justificar su distinción como Premio Nobel de la Paz.
Esta semana, el caso volvió a ser analizado por la Comisión Judicial del Senado norteamericano que celebró una audiencia para debatir el cierre del penal abierto en enero de 2002 por el republicano Bush, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S).
Por primera vez desde 2008, el Senado volvió a escuchar los argumentos a favor y en contra de cerrar el penal ubicado en territorio cubano, donde según denuncias de organizaciones humanos se tortura física y psicológicamente a los detenidos.
Desde marzo pasado, más de un centenar de los 166 presos de Guantánamo, muchos de ellos talibanes o del grupo Al Qaeda, son alimentados por la fuerza, lo que viola las leyes internacionales.
De acuerdo a varios de los abogados de los detenidos, la protesta se inició porque los custodios tuvieron un trato irrespetuoso con sus ejemplares del Corán, según informes de prensa.
El debate en la Comisión Judicial del Senado se centró también en saber si los presuntos “terroristas” deberían ser enviados a sus respectivos países o continuar su proceso en cárceles de Estados Unidos.
Cuando era candidato a presidente en 2008, Obama dijo que si resultaba elegido cerraría la cárcel de prisioneros de Guantánamo. Pero hasta el momento el Congreso -controlado por los republicanos- le impuso una serie de restricciones que hizo imposible a su administración cumplir con esta promesa.
“Es tiempo de poner fin a este capítulo triste en nuestra historia”, dijo el senador demócrata Dick Durban, del Estado de Illinois. “Once años es demasiado tiempo”, dijo el legislador, recordando que el centro de prisioneros fue inaugurado por Bush.
Pero el senador republicano por Texas, Ted Cruz, afirmó: “Obama nos dice a nosotros que terminó la guerra contra el terror, pero yo no creo que los hechos de la realidad justifican una evaluación optimista”.
Un total de 600 detenidos fueron trasladados en Guantánamo tras los atentados del 11-S y la posterior invasión de Afganistán e Irak por parte de Estados Unidos.
La mayoría de los 166 detenidos que quedan en la cárcel se encuentran arrestados sin cargo ni proceso, pero un total de 86 obtuvieron la aprobación para abandonar la cárcel y ser transferidos a otros países.
Según un plan de la organización de derechos humanos Human Right First (HRF), un total de 34 de los 166 detenidos serían transferidos a cárceles de Estados Unidos para ser enjuiciados por comisiones militares o cortes federales.
HRF señala que del total de 166 presos, 151 están considerados de “bajo valor”, pero menciona que hay seis detenidos que ya realizan las audiencias previas a su juicio, entre ellos el responsable del ataque contra los portaviones USS Cole en el puerto de Yemen en 2000, Abd al Rahim al Nashiri, y cinco supuestos responsables de los ataques del 11-S.
En tanto, otros 46 detenidos -que no fueron procesados pero que las autoridades creen que son peligrosos para su liberación- permanecerían en cárceles de máxima seguridad hasta que la situación lo requiera.
Según HRF, la prisión es “una herramienta de reclutamiento para Al Qaeda mientras que erosiona la credibilidad de Estados Unidos en el extranjero y cuesta grandes cantidades de dinero para mantener”.
En mayo pasado, Obama repitió en Berlín que quiere cerrar la cárcel de Guantánamo, ya que constituye una “mancha” para la política de derechos humanos de la Casa Blanca.
“Mi política sigue siendo que quiero cerrar Guantánamo”, dijo Obama, durante una conferencia de prensa junto a la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel.
“Pero fue más difícil de lo que esperaba, porque hubo una resistencia considerable del Congreso en cuestiones en las que necesito su aval”, confesó el mandatario.
Cuando fue distinguido en 2009 con el Premio Nobel de la Paz, varias organizaciones de derechos humanos cuestionaron la decisión del comité noruego, con el argumento de que el mandatario norteamericano no había hecho lo suficiente en materia de derechos humanos.
Abrumado por las criticas, Obama pidió recientemente a su secretario de Estado, John Kerry, que haga todo lo posible para cerrar este penal que desprestigia a su gobierno.
Kerry, ex veterano de la Guerra de Vietnam y ex candidato presidencial, encomendó esta tarea al experto legal Cliff Sloan, quien tratara de que otros países acepten a los prisioneros de Guantánamo.
Entre otras medidas, el gobierno norteamericano puso fin a la prohibición que regía para transferir presos yemeníes a cárceles de ese país. Y además anunció su intención de repatriar a Argelia a dos presos de Guantánamo.
Si el Congreso ordena el cierre de Guantánamo, Estados Unidos habrá dado un paso fundamental para sacarse de encima esta ominosa herencia dejada por la Administración Bush.
Sin embargo, la política de derechos humanos de Obama continuará siendo cuestionada por el uso de “drones” -aviones no tripulados- para matar a supuestos “terroristas” en distintas parte del mundo, entre otras críticas que recibe el gobierno demócrata.
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