El presidente comparecerá en el Congreso de los Diputados para hablar del escándalo de corrupción en el Partido Popular y responder a acusaciones de que cobró sobresueldos cuando fue ministro, algo que su agrupación niega rotundamente.
Largamente esperada por la oposición política y en medio de gran expectativa de los medios, la presencia de Rajoy mañana ante los diputados tiene su origen en el llamado “caso Bárcenas”, en alusión al que durante más de dos décadas fue primero gerente y luego tesorero del PP.
Luis Bárcenas está en prisión provisional desde el 27 de junio, imputado por presuntos delitos fiscales, cohecho, blanqueo de capitales, falsedad documental y estafa procesal en grado de tentativa.
Lo que investiga un juez de la Audiencia Nacional es la supuesta contabilidad B del PP, denunciada por Bárcenas y basada en la percepción de donaciones irregulares por parte de empresarios que habitualmente contrataban con la administración y la salida de dinero en forma de sobresueldos a dirigentes del partido, entre ellos el propio Rajoy, según el ex tesorero.
Bárcenas, que acumula al menos 48 millones de euros en cuentas en el extranjero, tiene que justificar también ante el juez el origen de esa fortuna, pero lo que centrará el debate en el Parlamento es si hubo dinero que entró y salió irregularmente del PP, como señalan los documentos que el ex tesorero entregó al magistrado.
Mariano Rajoy también quiere aprovechar mañana para plantear otros temas y qué planes tiene su gobierno para los próximos meses
Ayer, el juez que instruye la causa, Pablo Ruz, decretó un embargo de propiedades de Bárcenas y citó a declarar como testigos a la segunda de Rajoy en la jerarquía del PP, la secretaria general María Dolores de Cospedal, y a sus dos antecesores en el cargo.
Hoy, Ruz fijó una fianza de 6 millones de euros a la esposa de Bárcenas, Rosalía Iglesia, acusada de delitos contra el fisco, informó la agencia de noticias EFE.
La Fiscalía Anticorrupción, que había solicitado una fianza por ese monto, considera a Iglesias partícipe necesaria en el blanqueo de capitales del que se acusa a su marido, falsedad de documentos y estafa procesal en grado de tentativa.
Presionado por la oposición, que lleva semanas exigiendo su comparecencia por ese caso, Rajoy cedió este mes y aceptó dar su versión de las acusaciones que se han vertido contra él y otros dirigentes sobre la percepción de sobresueldos, que han rechazado ya en varias ocasiones.
El presidente y sus correligionarios ponen énfasis en que comparece por su propia iniciativa, aunque los socialistas se atribuyen parte de esa decisión porque agitaron la amenaza de una moción de censura contra Rajoy para que hablara de Bárcenas, una iniciativa que en tres décadas y media de democracia sólo ha tenido lugar dos veces en España.
Pero Rajoy también quiere aprovechar mañana para plantear otros temas y qué planes tiene su gobierno para los próximos meses.
Ligeramente aliviado por datos recientes, como la reducción del desempleo por debajo de seis millones de personas y la ralentización de la recesión económica, Rajoy puede tener la tentación de cubrir el caso Bárcenas con un debate sobre economía, según teme la oposición.
Hoy mismo, los portavoces de varios grupos parlamentarios le pidieron que mañana en el Congreso diga a los españoles la verdad sobre el caso Bárcenas y no desvíe el debate hacia la situación económica, informó EFE.
Del presidente español, hombre parco en palabras y poco amigo de ruedas de prensa y comparecencias públicas, se supo hace poco, gracias a una revelación del diario El Mundo, que mantuvo intercambio de mensajes telefónicos con Bárcenas hasta marzo, cuando el ex tesorero ya era investigado por la Justicia.
Rajoy, que en febrero ya dijo que nunca recibió dinero “en negro” describió ese intercambio de mensajes como una prueba de que no cederá nunca a un eventual chantaje, lo que alimentó las críticas de sus rivales políticos, que creen que el ex dirigente del PP tiene información que puede dañar al partido.
Tampoco la fecha elegida para la comparecencia escapa a la crítica, porque el 1 de agosto es jornada de comienzo de vacaciones para millones de españoles, más preocupados de hacer sus valijas que de la actualidad informativa.
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