domingo, 21 de julio de 2013

Una obra que indaga en los nuevos hallazgos sobre el cerebro

Un variado catálogo de crónicas sobre alteraciones de la personalidad, trastornos en el lenguaje o pérdida de reflejos sensoriales definen en el libro Historias del cerebro las estrategia elegida por el médico Marcelo Merello y la periodista Alejandra Folgarait para abordar las funciones y alcances de ese órgano central para la vida.


cerebroEstudiado tradicionalmente por diferentes campos de investigación desde las ciencias duras hasta el psicoanálisis y las ciencias humanas, los trabajos sobre el cerebro han comenzado a ser encarados desde una nueva perspectiva disparada por el avance de las neurociencias, que hoy permiten “fotografiar” los pensamientos y hasta medir el grado de excitación de las neuronas.


En esa línea se posiciona “Historias del cerebro” (Debate), en la que una pediodista científica y un médico -investigador del CONICET y director de Neurociencias de FLENI- confrontan sus miradas sobre el tema para ofrecer una obra coral que ilustra con casos clínicos relativos a enfermedades neurodegenetrativas el funcionamiento del cerebro y su estrecha relación con la mente.


“La idea del libro no es solamente contar casos divertidos o que nos dejan perplejos sino mostrar que hay una persona detrás de la fascinación producida por las neurociencias, que dan la posibilidad de ver el funcionamiento del cerebro al detalle, permitiendo detectar por ejemplo dónde aparecen el egoísmo, la decisión de compra o el amor”, explica Folgarait a Télam.


- Télam: El libro hace foco en lo que se desencadena cuando el cerebro presenta alguna alteración ¿Partieron de lo anómalo para remarcar lo prodigiosa que resulta esta suerte de máquina cuando está en funcionamiento pleno? 

- Folgarait: Todos tenemos algo de patológico y de normal. Comparar al cerebro con una máquina no es una metáfora del todo acertada: la máquina remite a un mecanismo de relojería mientras que el cerebro es una materia en constante cambio, no es algo inmutable. Cambia y evoluciona a lo largo de las especies y a lo largo de la vida de una persona.


También circula otra idea errónea que lo equipara a una computadora: como que el cerebro es un hardware y después viene la mente que viene a ser el software. Por el contrario, la mente es el cerebro y eso funciona todo junto, no hay una mente más allá del cerebro. Aquí no aplica esa idea quizá psicoanálitica según la cual hay algo más allá.


- T: ¿La brecha entre los trastornos de origen neurológico y los motivados por una patología psiquiátrica es tan difusa como se ve en los casos ilustrados en el libro?

- F: Sí, es así. De hecho, mi impresión es que a largo plazo van a desaparecer las especialidades médicas tal como las conocemos hoy. La neurología, la psiquiatría, la psicología, todo eso va a ser reemplazado por las neurociencias, en sintonía con la idea de que el cerebro no es una cosa estanca y todas estas dimensiones confluyen para desencadenar la conducta y el pensamiento. Por eso no se pueden estudiar aisladamente.


Antiguamente las especializaciones tenían que ver con la descripción de los síntomas, pero hoy cada vez más hay una tendencia a estudiar las causas y buscar una explicación científica. Hoy la neurología cognitiva ve al cerebro en términos de ciertos procesos que antes se llamaban superiores -el pensamiento, la toma de decisiones, etc- y los estudia junto con las emociones, mientras que antes se investigaba por separado.


- T: El trabajo ilustra las encrucijadas que plantea el control de una patología, sobre todo en casos donde la medicación proporcionada para disuadir un síntoma -como la pérdida de motricidad- implica generar otro que incapacita socialmente al paciente ¿Cómo se llega al consenso en estos casos?

- F: Esa encrucijada es inevitable y obliga a médicos y pacientes a elegir y negociar. Muchas de las enfermedades neurológicas no tienen cura. Por lo tanto, lo que hace el médico es negociar con cada paciente qué es lo que está dispuesto a dejar en su objetivo de vivir mejor. Por ejemplo, los que padecen Parkinson deben optar entre dejar de moverse con mayor rapidez y estar más rígidos para poder tener cierta vida social.


Estas elecciones dependen también del tipo de sociedad. En Japón, por ejemplo, no se espera lo mismo de la gente que en la Argentina. Y los médicos tienen que tener en cuenta estos aspectos sociales y culturales a la hora de tomar la mejor decisión para el paciente.


- T: Muchos de los casos expuestos ponen en circulación la cuestión de la memoria, que aparece no como la réplica exacta de una experiencia sino como una reconstucción en la que intervienen múltiples factores ¿Por qué razón el cerebro elige en ciertas situaciones “adulterar” o “acomodar” la realidad?

- F: Cada vez me sorprendo más ver cómo gente que está muy apegada al método científico habla de la memoria no como una foto que congela una imagen sino como una reconstrucción en la que intervienen jirones de lo que pasó pero también lo que a uno de le contaron y lo que elige recordar. Entonces al final la memoria es eso que uno cree que le pasó.


Este tema una derivación importante poco trabajada todavía que tiene que ver con el sistema legal. Cuando a alguien lo llevan a un tribunal y lo juzgan por algo que pasó, mientras un testigo dice algo el acusado dice otra cosa: frente a las nuevas maneras de concebir la memoria como una reconstrucción, habría que debatir cómo se debería tomar una decisión.


- T: La tecnología está cambiando el paradigma del conocimiento. Mientras que antes la actividad cerebral estaba orientada a la acumulación de conocimiento, hoy tiene que trabajar en la organización de todo el conocimiento que circula ¿Cómo ha repercutido la aparición de este nuevo mapa cognitivo?

- F: Una cosa es cómo va a repercutir en la ciencia y otra es cómo va a repercutir en los pacientes. A veces la tecnología logra que la ciencia dé un salto cualitativo: cambia totalmente la manera en que algo está pensado. La tecnología, en este caso, ha alterado todos los paradigmas acerca de cómo se piensa el cerebro. En estos momentos en Estados Unidos se está trabajando en el mapeo del cerebro, básicamente en desarrollar nuevas tecnologías que permitan entender su complejidad.


Respecto al impacto sobre los pacientes, ahora hay una cirugía en la cual se implantan electrodos en el cerebro de personas que padecen Parkinson. Eso les cambia completamente la vida: para alguien que no puede hacer nada, de repente le da la posibilidad de interactuar o vestirse solo. No es poco.



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