La reforma luterana había creado una escisión no sólo religiosa, sino también política dentro del Sacro Imperio Romano Germánico y los opositores al emperador Carlos V formaron la Liga de Esmalcalda, al objeto de desafiar la autoridad imperial.
Carlos y su hermano el archiduque Fernando, se unieron para combatir contra la Liga, reuniendo un total de 44.000 soldados de infantería a los que había que añadir otros 7.000 de caballería.
La Liga oponente, contaba con una fuerza similar y se hallaban acampados a orillas del río Elba, en las proximidades de la actual localidad de Mühlberg, en donde habían destruido los puentes que comunicaban con la otra orilla, considerándose protegidos por el caudaloso río, cuya barrera les parecía infranqueable.
Sin embargo, el ejército imperial en la madrugada del 24 de abril de 1547, aprovechando la nocturnidad, la audacia de algunos arcabuceros españoles que cruzaron el río a nado y la eficacia de los pontoneros imperiales, se abalanzaron por sorpresa sobre el desprevenido ejército protestante con los tercios en vanguardia y lograron aniquilarlo mientras intentaban ponerse a salvo con la huida.
La Liga de Esmalcalda quedó disuelta, los cabecillas encarcelados y Carlos V salió triunfante y reforzado en su poder imperial.
Sin embargo, esta euforia no fue duradera ya que los príncipes alemanes, se aliaron nuevamente atacándole en Innsbruck, debiendo escapar por los nevados pasos de los Alpes para refugiarse en Italia.
La huida de Innsbruck en 1554, supuso una humillación para el Emperador, no alcanzándose la solución definitiva hasta la Paz de Augsburgo el año siguiente, por la que cada príncipe podría determinar la religión de su territorio “cuius regio, eius religio”.
Aunque la posición del Emperador en el exterior quedaría inmutable, dentro del Ímperio quedó debilitada de forma irremediable.
CITA CON LA HISTORIA
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