La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, encabezó el desfile militar por el Día de la Independencia en Brasilia, con menos público de lo previsto y también menos participantes a las protestas convocadas por redes sociales en todo el país, mientras en Rio de Janeiro y San Pablo se produjeron algunos disturbios y hubo represión policial.
Aunque en las redes sociales se anunciaba la presencia de unos 50.000 personas dispuestas a protestar durante la celebración, mientras se desarrolló el desfile en Brasilia los manifestantes eran unas pocas decenas y sus abucheos a la Presidenta se perdieron en medio de la música de las bandas militares y algunos aplausos.
Al parecer, debido al temor de enfrentamientos, también fue mucho menor el público, que en vez de las 100.000 personas esperadas fue calculado por la Policía Militar en poco más de 5.000 espectadores, algo que también ocurrió en Rio de Janeiro y San Pablo.
Sin embargo, una vez que concluyó el desfile y se retiraron las autoridades en Brasilia, el número de manifestantes comenzó a crecer y llegó a unos 1.500, que marcharon hacia la sede del Congreso nacional, que había sido cercada por cientos de policías, reportó la agencia EFE.
Muchos de los manifestantes marcharon con los rostros cubiertos por máscaras o camisetas usadas a modo de burka, desafiando la disposición de la policía, que ayer viernes anunció que quienes protestaran ocultando el rostro podrían ser conducidos a la comisaría para su identificación.
Según la agencia ANSA, los manifestantes en todo el país no superaron las 20.000 personas, muy lejos de las 360.000 que esperaban convocar los autodenominados grupos apartidarios en las redes sociales.
La presidenta Rousseff, por cadena nacional, ayer viernes por la noche dijo que el gobierno entendía las protestas con humildad y con autocrítica, pasó hoy revista a las tropas en medio de aplausos tan tímidos como los abucheos y se dirigió a la tribuna presidencial, donde asistió al desfile de tropas de las tres Fuerzas Armadas.
Rousseff también expresó que la población tiene “todo el derecho de indignarse con lo que está mal y exigir cambios”, aunque acotó que no se puede dejar de reconocer que el país registró “grandes resultados”.
“Es probable que haya habido temores a raíz de las manifestaciones”, dijo el secretario general de la presidencia, Gilberto Carvalho, para explicar la menor concurrencia de público a la tradicional celebración.
Las primeras movilizaciones en otras ciudades ocurrieron en forma pacífica, salvo en Río de Janeiro, donde unos 500 manifestantes burlaron un fuerte cerco policial, irrumpieron en medio del desfile militar y chocaron con los agentes en pleno festejo.
La policía disparó bombas de gases lacrimógenos y dispersó a los revoltosos, que corrieron hacia calles vecinas para intentar reagruparse, mientras buena parte del público que asistía al desfile abandonaba las tribunas en desbandada.
En San Pablo, según la agencia ANSA, manifestantes exhibieron banderas pidiendo el regreso de la dictadura militar en Brasil durante el desfile de las Fuerzas Armadas.
En una de las tribunas, durante el desfile, un grupo de personas colgó una bandera con la inscripción “Queremos a los militares nuevamente en el poder”.
Al lado, otro cartel pedía “Fuera Comunismo” en una de las tribunas del sambódromo paulista que sirvió como escenario del desfile militar en San Pablo del Día de la Independencia, marcado por movimientos de protesta de diferentes cortes ideológicos.
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