El experto de Amnistía Internacional en Irán, Drewery Dyke, advirtió que la asunción presidencial de Hasan Rohani en Teherán el domingo pasado, generó expectativas demasiado ambiciosas en el mundo, después de casi una década de confrontación y controversia.
“Va a haber muchas continuidades y los cambios, si los hay, serán lentos y graduales. Rohani sabe cómo funciona la política en Irán y está muy cerca de los centros de poder. Además, los cambios bruscos no son su estilo”, sostuvo Dyke en una entrevista telefónica con Télam desde Londres.
“Más aún -agregó el analista- Rohani prometió mejorar los derechos de los ciudadanos iraníes, pero nunca habló de derechos humanos durante su campaña”.
Dyke describió al flamante presidente iraní como un líder “apoyado por los reformistas”, pero con un largo pasado en las esferas más altas de poder de la República Islámica.
“Su último cargo fue cuasi-académico, como asesor de una universidad, y su designación fue confirmada personalmente por el líder supremo del país, el ayatollah (Ali) Jamenei”, recordó el analista de AI.
En Irán, el presidente tiene un poder relativamente limitado.
Los decretos presidenciales no tienen el alcance y el peso para reemplazar a las leyes ni ejecutar políticas públicas, y el limitado presupuesto del Ejecutivo no le permite impulsar unilateralmente políticas económicas y sociales a nivel nacional.
“El verdadero poder de Rohani será el mandato que le dieron la mayoría de los votos (…) A ese nivel de la política en Irán, se trata más de una cuestión de personalidad, que de ideología”, explicó Dyke.
Por eso, el nuevo mandatario iraní tendrá que demostrar sus dones de negociador primero dentro de su país, antes de poder abrir un diálogo con el mundo.
Según el analista de AI, Rohani tendrá que convencer a los tres hombres que toman las decisiones en Teherán: el ayatollah Jamenei, el hombre que tiene la última palabra en política exterior y el programa nuclear, y los hermanos Ali y Sadeq Larajani, los presidentes del Parlamento y del Poder Judicial, respectivamente.
Estos últimos monopolizan la llave para una apertura social y política y una reforma económica profunda.
Desde el Parlamento, aprobando nuevos derechos civiles que, por ejemplo, equiparen el rol de la mujer al del hombre en la sociedad iraní; y desde la Justicia, reivirtiendo una cultura política instaurada de discriminación étnica y religiosa, y de persecución política, por ejemplo, en las universidades.
Estos mismos tres interlocutores son los que deben tomar la decisión de ratificar el memorando de acuerdo con la Argentina para permitir las indagatorias, en suelo iraní, a los imputados en la causa AMIA.
“(Mahmud) Ahmadinejad optó por un estilo confrontativo, inclusive con el propio ayatollah. El quería tener más protagonismo en la política exterior del país y eso provocó un enfrentamiento con el líder supremo. El ayatollah aprendió esa lección”, opinó Dyke.
Por eso, Rohani deberá ser más moderado a la hora de negociar y elegir sus objetivos.
“El presidente tiene un mes antes de que empiecen las clases. A muchos nos gustaría que envíe un mensaje claro a los jefes de las universidades de que todos los profesores y alumnos que fueron retirados y expulsados por lo que pensaban o lo que dijeron deben volver. Esa política de Ahmadinejad de discriminar y amedrentar tiene que terminar”, reclamó el analista británico.
“Si realmente quiere imponer cambios, puede empezar con los estudiantes o eligiendo nuevos gobernadores, que difundan un mensaje de tolerancia e igualdad entre mujeres y hombres”, sugirió.
“Si realmente quiere imponer cambios, que eliga gobernadores que difundan un mensaje de tolerancia”
Dyke, en cambio, no tiene ninguna expectativa en lo que se refiere a Medio Oriente.
“No me puedo imaginar ningún cambio en el corto plazo en Medio Oriente, hacia Siria, Bahrein o Israel… es casi inconcebible. Cuando haya cambios, si es que alguna vez los habrá en su mandato, llegarán desde lo discursivo primero y mucho después se plasmarán en algo concreto”, pronosticó el analista.
“Lo que sí le gustaría a Rohani -agregó- es jugar un rol protagónico en el tema nuclear, pero todo indica que por ahora eso recaerá en el ayatollah”.
El experto de AI, no obstante, está convencido que Rohani utilizará sus dones diplomáticos para romper el hermetismo que rodea el tema nuclear en Teherán y así ganarse la confianza de Washington y la Unión Europea.
A través de la ONU, estas potencias occidentales presionan a Teherán con sanciones económicas para que demuestre que su programa nuclear civil no está escondiendo el desarrollo clandestino de un arma nuclear.
“Aflojar las sanciones en contra de Irán y mejorar la situación económica del país son una prioridad para Rohani. El no tomará las decisiones finales, pero su opinión será escuchada”, señaló Dyke, permitiéndose una pizca de optimismo.
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